El otro día estaba a punto de irme a hacer ejercicio a las 7 de la mañana, en eso se levantó mi hijo más pequeño y me preguntó que a dónde iba tan temprano. Le dije: “acuéstate en mi cama” (a los pequeños les gusta la cama de los papás), tomé mis cosas para irme y pensé: “¿cuántos momentos me quedan de abrazar a mi pequeño y quedarme ahí con él?”
Así qué solté mi chamarra, me quité los tenis y me acosté con él; dejando a un lado mis obligaciones, me dediqué a disfrutar, ¡un pedacito de cielo!
¿Cuántas veces no nos damos estas oportunidades de llenar nuestro corazón por los deberes de la vida?
¿Cuántas veces preferimos y tenemos que hacer esa última llamada, mandar ese mail, hacer ejercicio, anestesiarnos viendo la tele, etc. en vez de darnos algo que verdaderamente nos llene el alma?
La vida es una, lo que realmente importa y las oportunidades de amor solo llegan cuando tienen que llegar, pero se van y no vuelven más.
Steve Jobs, fundador de Apple, se preguntaba todos los días: ¿si este fuera mi último día de vida, estaría haciendo lo que voy a hacer? Y cuando pasaba unos días contestando que no, hacía cambios en su vida.
Lo que realmente importa, muchas veces no es lo que hacemos regularmente, ¡brindémonos la oportunidad de reconocerlo y vivirlo!, pues de eso se trata la vida, de llenarnos de amor. Tenemos que aprender a merecer lo bonito de la vida, desacostumbrarnos, a solo explotarnos día a día, aprender a disfrutar estos momentos que la vida nos da; a veces esto es lo difícil.
Tú, como yo, haz cosas que te apasionan, haz tus deberes, cumple tus metas, pero permanece al pendiente de tomar esos regalitos que te caen del cielo y que no estaban programados, pues esos son los que llenan el alma y ¡hacen que la vida valga la pena!
«Gotas de Rocío»
Gracias y saludos
Rosy D’Amico
